martes, 20 de febrero de 2007

Nuestra cancion

El espejo me devolvia un Elvis devastado pero prolijo.
Tal vez era el elegante hombre de Vitruvio q hacia equilibrio en pelotas estampado en la remera negra con cara de haber visto cosas terribles.

Me lave la cara freneticamente.
Habian pasado diez minutos desde el ultimo grito de Clara.
Ya era hora de salir del baño.

Abri la puerta como un ninja.
El efecto reparador de la calida luz del dia se desvanecio cuando vi las marcas q habian dejado sus patadas en la puerta.
Recorri la casa con exagerada determinación.
Todo indicaba q se habia ido.

Nuestra vida habia mutado radicalmente los ultimos años.

La conoci durante la gira promocional de "pintame", mi segundo disco.
Ella vivia un sueño. Podia ver la profunda admiración en sus ojos mientras haciamos el amor escuchando a Kenny G, bebiendo champaña entre velas de vainilla.
Pero con el tiempo, la naturaleza violenta de Clara se fue imponiendo, y en un abrir y cerrar de ojos estabamos inmersos en un universo de practicas sadomasoquistas extremas q empezaban a filtrarse en nuestra vida cotidiana.

Asi pase de Elvis Crespo a “filipino travesti” incluso frente a otras personas.

Tenia q relajarme. Tome una guitarra y me sente en una banqueta.
Empece a tararear buscando la confianza q el apluso de la gente habia sembrado en mi alguna vez.
Escuche la puerta lejos a mis espaldas. Quise darme vuelta pero estaba aterrado.
Senti sus ojos.
Tal vez miraba con melancolia, recordando los dias donde todavia me dejaba cantar en la casa. Renove el impetu. Cante para los dos.
Sus pasos la acercaban mientras la musica inundaba el ambiente.

Por un segundo senti q no todo estaba perdido.

De repente una terrible explosion sacudio mi realidad.
Cai al piso de espaldas. Me ardia la mitad de la cabeza.
Clara gritaba. Estaba aturdido y no entendia sus insultos.
Cuando pude fijar la vista, note q sostenia una guia telefonica con las dos manos y parecia dispuesta a volver a usarla.
Trate de levantarme. Me dolia la mandibula. Recibi otro golpe en la cabeza. Senti un intenso dolor en el cuello.
Me incopore y sali tambaleando como pude hasta la calle.

Caia la noche y caminaba hacia ninguna parte.
Clara se habia quedado con mi autoestima y el ochenta porciento de mi oido derecho.

Perdi para siempre la sonrisa del merengue bomba.
Me perdi entre la gente con la mirada del hombre de Vitruvio.

1 comentario:

Mariano dijo...

Aplausos de 4 brazos Vitruvianos.