miércoles, 28 de marzo de 2007

Dálmine Superstar

Estaba todo listo para la conferencia de prensa. Una treintena de periodistas agolpados en las 20 sillas de la sala de prensa esperaban la entrada del DT y de los referentes del equipo después de la gran victoria.

Se abrió una puerta lateral, entraron dos hombres de traje primero. Oscar Ulloa, DT, atrás, seguido por el goleador Balbuena y el número 5, Faldini, todos recién bañados. Inmediatamente ocuparon sus lugares entre la mesa de los micrófonos y el panel de publicidad, y se pidió la primera pregunta.

- Sí, buen día. Felipe Rossi, del Diario Deportivo Gambetita, Este es un resultado importante para ustedes. ¿Creen que cambian sus chances en relación al promedio de descenso?

Próxima pregunta.

- Sí, qué tal y felicitaciones. Ramón Baradero, de Recontradeportivo. Miré el partido muy sorprendido, la verdad. Me llamó mucho la atención una jugada en particular, en la que el arquero Dálmine se la pasa con la mano a-

- Mirá, disculpame que te interrumpa pibe, pero quiero dejar una cosa bien clarita. Acá el equipo es un equipo. No voy a hablar de actuaciones personales ni voy a tirarle flores a algún jugador en particular. La jugada que comentás es una de las tantas que practicamos en la semana y lo hacemos pensando en ganar, en el equipo y-

- Deté, e muy lindo muy lindo todo lo que dice, pero no é la verdad y lo sabe muy bien. Nosotro praticamo duro y armamo jugada epeciale y depué lajacemo y hacemo logole y-

- Perdonen, soy Miguel Fiordo del programa Me gusta la redonda. Y es verdad que fue una jugada muy particular. Yo no me había fijado, pero mi colega tiene razón cuando dice-

- Bueno, me va a contar a mí que soy el Director Técnico del equipo lo que-

- Pero Ulloa, noeasí, noeasí. Dálmine dijo que vayamo todoarriba meno Valdé y-

- Momento, hay algo que no entiendo. Soy Juan Francia del Diario Pasegol.

- ¿Y qué no entiende? ¿Que trabaja para un Diario sensacionalista que publica cualquier cosa?

- Eeee, pará que yo a vos no te dije nada. ¿Que estás resentido porque laburás para un programa que no ve nadie?

- Muchachos, muchachos, ubiquémonos. Estamos en conferencia de prensa.

Ulloa retomó la palabra.

- Voy a ser claro para evitar los malosentendidos. Dálmine es el arquero, es el número 1. Pero es parte de un equipo que lucha por no descender. Estamos todos juntos en esto. O nos salvamos todos o nos vamos todos a la D.

- ¿Ve? Usté mimo lo dice. É el número 1, e.

- Pero Faldini, es por la camiseta.

- Balbuena, vo lo decí porque só goleador. Te da bronca, te da. Mañana no va etá vo en la tapa del Gambetita. Va a está Dálmine, va aver.

- Pará, pibe. Te faltan años de ascenso para hablarme así.

- ¿Qué decí? ¿Taloco, vo? ¿Qué te pasa, viejito?

- Chicos, bueno, chicos, tranquilicémonos. Con esto no ganamos nada.

Ulloa separó a sus jugadores y dio por finalizada la conferencia de prensa. Los periodistas se abalanzaron sobre futbolistas, que se perdieron detrás de la puerta a los vestuarios.

Cuando volvió la calma, unos pocos periodistas quedaron comentando sobre lo sucedido. Mientras tanto, Baradero del Recontra, viajaba en taxi hacia la redacción, ansioso y feliz por haber destapado el conflicto del equipo, por haber descubierto la primicia de que el grupo estaba dividido. Por un lado del DT oficial, propuesto por la dirigencia apoyado por algunos jugadores. Por el otro, un arquero con gran trayectoria y sabiduría, que sin dudas manejaba los hilos de todo. Que no sólo armaba el planteo táctico, sino que ahora también armaba jugadas especiales que salvarían al equipo del descenso seguro.

lunes, 26 de marzo de 2007

Orificios

La bala salió despedida del potente Mágnum con un sonido fuerte y seco. El arma había caído accidentalmente junto con el bolso donde estaba guardada. El suboficial Ramón Victorino, guardaba el bolso lejos del alcance de sus hijos (de 6 y 9 años) en lo mas alto de una repisa. Tan alto lo guardaba, que tenía que subirse a la silla de su dormitorio cada vez que buscaba su bolso.
Esa tarde, la silla no estaba, Raquel, su mujer, la había mandado a retapizar, junto con los sillones del estar. Por lo tanto, Victorino se puso en puntas de pie para alcanzar el bolso. No fue suficiente. Mirando a su alrededor, vio la escoba contra el baño –qué hacía ahí, ni idea-. Ramón tomó la escoba por la parte de paja, e intentó enganchar el palo con la manija del bolso. Al segundo intento, lo logró, y simplemente tiró del mismo.
El cierre del bolso estaba abierto, y el arma cayó de costado, pegó contra el suelo y se percutó.
La bala de calibre 357 encontró poca resistencia en la mampostería de la humilde vivienda de suboficial honesto. Atravesó el living, destrozó el televisor Grundig y salió por la ventana abierta. En San Juan, era plena hora de siesta, así que por suerte, la calle estaba desierta. La bala siguió su curso por la plaza, espantó unas palomas que bebían en la fuente, y continuó curso hacia el norte.
Todo parecía indicar que perdería fuerza y sólo quedaría en la memoria de Ramón Victorino, como un terrible recuerdo junto con un “de la que zafé”. Pero, siempre hay un pero en estos relatos, la mala suerte decidió saltearse la siesta religiosa. Doña Irma, había decidido abrir su puesto de verduras antes de lo normal, ya que el dolor de cintura, no la dejaba estar en cama. Así que llevó su Rastrojero hacia la feria. Mientras manejaba, sintió un golpe metálico contra su camioneta. Luego, al llegar a la feria, vería un perfecto orificio en el chasis. Qué mala suerte, dijo. Pero no le dio mayor importancia, era solo un orificio mas en el destartalado vehículo. Pero la bala, se desvió contra la camioneta de Doña Irma, y tomo rumbo oeste. Justamente, por esa dirección, venía en su Renault 4, Juana Delucci, profesora de física de 4 año, del Colegio Nº 4 de San Juan. La bala habría pasado por el costado del auto, sino fuera porque el viejo neumático derecho del Renault quedó en llanta. Con tanta mala suerte, que la profesora Delucci, se había bajado a ver el porqué del “cloc- cloc-cloc” del auto.
La bala, destrozó su aorta, pero por la poca potencia que llevaba, no provoco orificio de salida.
Esa tarde, Joaquín Soto, alumno del 4º año del Colegio Nº 4 Sanjuanino, estaba en estado de pánico. No había estudiado nada para el final de física de esa tarde. Se había quedado toda la noche leyendo “Las Dos Torres” otra vez. Mientras se vestía para ir al colegio, desesperado, releía los apuntes de física, sin entender nada. Se odió por ser tan irresponsable. Si se llevaba física, se quedaba sin el viaje a Buenos Aires para visitar a su primo Víctor, con quien tan bien la pasaba. Se insultó una y otra vez, mientras caminaba al colegio.Cuando llegó, y vio que las puertas estaban cerradas, lleno de felicidad y emoción dijo “Que buena suerte!”

miércoles, 21 de marzo de 2007

No soy maníaco depresivo

El puterío era tal en la oficina a cargo del Dr. Muñón, que algo había que hacer. Se les ocurrió contratar a la gente de “Manejando gente SRL”, una empresa un miniorganigrama que empieza y termina con “RRHH”.

Llegó la gente de “Draivin pipol”, como les decía Dardo Muñón, y puso manos a la obra. El primer día ya habían organizado el cayual sandei, en el que dejaban que todos los empleados vinieran a la empresa vestidos como quisieran si venían el domingo, haciendo particular énfasis en que venir era opcional, la libertad del empleado primero. También habían arreglado con gente de los bares de los alrededores un descuento para los empleados. Tomando tres clericós, el quinto de regalo. Fue un éxito inmediato.

Pero el puterío seguía, así que armaron la cosa del amigo invisible. Anotaron los nombres de todos los empleados en papelitos que doblaron y metieron en un cajón, y cada uno pasaba y extraía la persona de la que sería amigo invisible. Se dijo que hubo tongo en el sorteo, pero nunca se comprobó. Tampoco se comprobó si el segundo nombre de Muñón era Segundo, como decía su papelito. El cinturón que usa dice sólo DM, pero parece que lo compró a la salida de un recital de Depeche.

El juego empezó inmediatamente. Ya corrían los regalos, bonobones, titas, marrocs, caramelos sueltos, empaquetados, hasta un desayuno preparado.

El miércoles de esa misma semana, dos días apenas de empezado el juego, Gladys Ador, a la que todos llamaban Raselcrau, porque se comía las eses, vino con la noticia de que Bulacio, el de mantenimiento, había descubierto la identidad de su amigo invisible, así que fin del juego. Había un ganador.

Se supo que fue determinante la segunda pista. La primera había sido una nota que podría haber venido de cualquiera. Decía, escrito en birome y bastante desprolijo “No soy maníaco depresivo”. Pero la segunda fue clarísima, una imprudencia del participante, que claramente no conocía bien la mecánica del juego. Era un sobre que contenía una llave común con un llavero de plástico de esos con cartelito adentro. Éste decía “Puerta de calle”. Y fue por error también que Bulacio descartó la posibilidad de que tuviera un compañero gay que lo estuviera seduciendo. La noche del martes pasó por el videoclub a alquilar la última de Grandinetti y por el mercado a comprar papel higiénico para el mes. Con las manos así de ocupadas, buscó en su bolsillo la llave de la puerta de abajo y abrió. Cuando dejó el papel higiénico sobre la mesa del comedor, como para guardarlo después, se dio cuenta de que la llave en su mano era la que le había mandado su amigo invisible, la del cartelito.

Así descubrió todo: la identidad de su amigo invisible, su mala suerte para sacar justo su nombre del sombrero en el que estaba el de todos los demás y su esquizofrenia avanzada.

lunes, 19 de marzo de 2007

Amor y Constipación

-"El día da para una peli. Pero no para una holibudiana. Algo mas raro".
Era lunes feriado. Estaba nublado y frío. Cecilia no se había sacado el pijama de Bob Esponja, aunque hacía mas de 3 horas que estábamos despiertos. Luego de definir al mejor de 7 un piedra, papel o tijera, me tocó traer criollitas, mendicrin y tang de pera a la cama. Así pretendíamos quedarnos hasta que anocheciera. Pero a eso de las 3 de la tarde, Ceci dijo que el día daba para una peli. Aunque eso indicaba que habría que salir hasta el videoclub, la idea me pareció buena. Como los dos estábamos para algo bien bizarro, obviamos el blockbuster, aunque nos quedaba a una hermosa cuadra de distancia. Pero pusimos garra, y fuimos caminando casi 6, hasta el video "Films y Menta", que sobrevivía gracias a su colección de películas nacionales y no-comerciales. Aunque yo odiaba los personajes modernos, estudiantes de cine, maquillaje, y músicos de saxo que solían frecuentar el video, puse buena cara –todo por Ceci- y fui. Nos vestimos con la misma ropa de la noche anterior, y salimos de la mano al local.
Ya habíamos visto todas las de Almodóvar, pero yo ya no me comía que su cine era ‘anti comercial’. Y eso nos llevó a una agria discusión con mi novia. Asi que, nada de cine español, por las dudas. Por otro lado, Woody Allen me tenía las bolas por el piso.
-"Se ahorcará con su clarinete algún día?", pregunté al terminar de ver “Match Point”.
-"No seas nabo, Ale, el tipo es un genio". Me dijo Sol, la hermana de Ceci que estudia decoración y toma té con jengibre, mientras se acomodaba sus anteojos cuadrados de marco grueso. A Ceci no le gustó que le dijera a Sol que se buscara una vida de verdad. Asi que nada ‘neoyorquino’ tampoco.
En pensar qué alquilar, se nos pasaron las 6 cuadras. Entramos, y el olor a sahumerio me hizo fruncir la nariz. Por suerte, no había clientes. Nos dividimos la tarea, Ceci en la parte “Nacional” y yo en las del resto del mundo, bajo el título “Directores que no toman mate”, hecho con cartulina reciclada.
De pronto dije:
-"Flaca, mirá que loca esta. La tenés?"
La tapa del video era absolutamente blanca, y escrito con marcador indeleble, en letra imprenta minúscula, decia “Amor y Constipación”. Nada mas. Ni pistas acerca del director, actores, mucho menos del tema.
-"Te animás?" Me dijo picarona Ceci.
-"Y daaaaaaaale". Dije imitando a Gargamuza.
La dueña del video, estaba leyendo un libro de Borges, así que casi ni nos prestó atención cuando le pagué y salimos del local.
Llegamos a casa y mientras yo volvía a quedarme en cortos y remera, Ceci ponía agua a calentar para unos mates.
Minutos más tarde, todo listo, de vuelta en la cama, la ansiedad por la misteriosa cinta se palpaba. Casi no hablábamos.
Saqué el video de su envase, y me di cuenta que era un video virgen. Era raro que fuera una copia, el local siempre trabajaba con originales. Sólo la sección “Cortos” contenía videos así. Trabajos de estudiantes. Pero éste, lo había sacado del otro estante.
Todo esto, sólo agregaba adrenalina a una situación ya bastante adrenalinizada. Lo metí, y puse “play”.


Ahora, tengo que hacer copias, sino una nena que se mueve como con epilepsia sale de la tele y se arma una que ni te cuento.

miércoles, 14 de marzo de 2007

Ernesticón 3

A las 6 sonó el teléfono. Era Mario, siempre puntual. Habíamos quedado así. El me despertaba temprano así llegábamos con todo. Me levanté en dos movimientos, sin las vueltas en la cama de todos los días. Ya tenía las calzas puestas para ganar tiempo. Me puse las medias blancas que tenía separadas, me calcé las ojotas y rengueé hasta el baño.

Me venía dejando la barba para ese día y me había crecido más de lo esperado. Nunca había tenido tanta. Agarré la tijerita y recorté un poco en la zona de los cachetes. Pasé a la afeitadora y la pasé con la precisión de un reloj suizo. Nunca entendí la analogía del reloj suizo. Al final me quedaron las patillas largas y la barba candado finita. Bastante parecido.

Me llené la cabeza de gel y separé el pelo hacia los costados, un poquito revueltos. La cara lista, era tiempo del cuerpo. Eran las 6.45.

Saqué del placard la camisa gris, me la puse metiendo la parte de abajo adentro de las calzas. Quedaba raro, pero estaba igualito. Ojoteando hasta la cocina, me preguntaba cómo le habría quedado a Mario su camisa gris.

Llegué a la heladera y saqué los huevos del maple que compré especialmente para el evento. Me lo apoyé en el pecho, la parte de abajo a la altura del ombligo y lo fijé con silvertape. Tres vueltas de cinta que de lejos se ven como las tres tiras del traje verdadero.

Me faltaban los anteojos y los tres relojes pulsera. Encontrar los relojes fue fácil. Como soy un obsesivo, me tomé el trabajo de ponerlos en hora. Uno con la hora de acá, los otros dos con la hora de Montevideo y Sri Lanka, igual que en la dos. Seguro que nadie iba a tomarse el trabajo de tanto detalle. Eran las 7.32 hora Buenos Aires.

Dónde había dejado los anteojos. Busqué adentro del cajón de la mesa de luz, abajo del sillón y hasta en la cucha del perro. Nada. Dónde estaban los anteojos. Pero ya no había tiempo, eran las 7.45 y Mario pasaba menos diez. Queríamos estar entre los primeros de la cola.

Timbre. Bajé y ahí estaba Mario. Estaba igual, el hijo de puta. Y tenía anteojos. Le pregunté si por casualidad había traído un par extra. Claro que no, me dijo. Estos supuestamente son irrompibles, ¿para qué voy a tener de repuesto? Y tenía razón, la pregunta era un insulto a nuestro ídolo.

Nos subimos al scooter y salimos disparados para el cine. Llegamos como a las ocho y cuarto. No se podía creer la gente que había. Como una cuadra de cola. Y la película empezaba recién a las 6 de la tarde. Era un espectáculo, había muy poca gente de civil. Todos con gel en la cabeza y anteojos negros, los irrompibles, los originales. Dónde estarían los míos, qué boludo. Y bueno, si me agarraban los de la tele, iba a decirles que los perdí en la última pelea contra Borbon, en la escena final de la 2.

miércoles, 7 de marzo de 2007

El caso Ayerza

Marga vivia con 3 cobayos de mugre.
Ella decia q era sola por decisión propia.
Era un bicho canasto pero no lo tenia muy claro.

Ya era la hora de prepararse el fernando on de rocs y ver el noticiero.
Habia escuchado lo de Ayerza la noche anterior y estaba como loca.
Porque Ayerza era cocainomano. Seguro.
Ademas se rumoreaba q era narcotraficante. Y puto.

Cerro la persiana y se dispuso a moldear el somier con su culo generoso.

Adopto la posición de ver tv.
Con las piernas cruzadas con el vaso en la mano izquierda y la derecha sosteniendo la servilleta, q absorbia la transpiración del fernet helado.

A las 20:25 estaba concentrada. Con ojos de niña, q eran un oasis en su cara abandonada.
Ahí estaba Ayerza, tapado con una campera como todo supuesto malhechor.
Marga empezo a largar frases entrecortadas como Andres Perciavalle hablando por telefono. No se queria perder detalle.

La casa estaba vacia, obscura y humeda.
Porq Marga era una loca de la limpieza pero hacia ya unos meses q no movia el culo.
Salia del circuito cuarto-cocina-baño solo una vez por mes para ir al super y pagar algunas cuentas.
Porq la plata no era un problema, no.
Era una excepcion en la lista de razones para suicidarse.

El noticiero de las 20 no habia colmado sus expectativas.
Pero quedaba el de las 21.
Otra vez la imagen de Ayerza con su camperita Verde.
Finalmente el climax llego cuando el abogado de Ayerza trataba de explicar no se q banana.
Por suerte para Marga, la casa se lleno de hijos de puta.

Hijo de puta. Deberian encerrarlos a todos, hijos de puta.
Mira esa barba, drogadiptos hijos de puta. Esa gente no puede andar suelta…
Pero callate hijo de puta. Solamente en este pais. Q hijo de puta.

Termino el noticiero y el fernando, q ya estaba en su sistema.

Fue a la cocina y sin prender la luz lleno un vasito con agua y se empastillo.
Se acosto con las piernas para arriba, gracias al abultado almohadon bajo el colchon.
Se acomodo ansiosa esperando el efecto del somnifero, mientras miraba el jesus de madera q la habia acompañado toda la vida.
Marga estaba acostumbrada a la enorme cama para ella sola.
Le habia dado sus mejores años a Reynaldo q le habia dado sus mejores años a Silvina, 750 años menor q el.

Cerro los ojos y recordo la sensación q tenia de niña cuando se sentia mal.
Nada podia sucederle mientras dormia. Era un gran parentesis. Un refugio.

Eran las 9 de la mañana
Se desperto con la voz del Paz Martinez sobre la señal de ajuste.
Habia regado la amohada con baba.
Se levanto como un fantasma, fue al baño y se sento a hacer pis.
Evitando el espejo buscaba patrones en el mosaico.
Se acordo del hijo de puta de Ayerza.

La criaturita de Dios volvio a la cama, y se durmió.

Los muertitos

Sandra estaba insoportable. Caminaba sin mirar atrás, apurada para llegar a la entrevista de trabajo. Jorge la seguía atrás, arrepentido de haberse ofrecido para acompañarla. Sí, ya sé que estás nerviosa, te perdono, te perdono. Dale, después festejamos y me dedicás el tiempo que me prometiste.

Cada segundo era decisivo. No se puede llegar tarde al trabajo el día cero. Es definirte como alguien impredecible, inoperante para administrar tiempos y tomar decisiones. ¿Quién te va a tomar así? Yo si fuera jefe y veo que me caés con esa camisa, te digo te llamamos en estos días y que pase el que sigue.

Jorge necesitaba parar un segundo. Sabía que cuanto más tranquilo está uno, mejor piensa. En la entrevista lo más importante son las buenas respuestas. ¿Qué importa si llegás tarde si tenés un buen justificativo? Donde hay una crisis, hay una oportunidad. Además, después, en las fiestas me hacés dar vueltas con el auto para llegar más tarde, porque es de perdedor llegar primero.

El muñeco rojo del semáforo dejaba de titilar y Sandra seguía caminando. Sabés la dirección, Jorge. No voy a esperarte. Si te querés quedar atrás, allá vos, nos vemos allá. Yo hoy voy a ganarme un puesto. Vos podrás quedarte en casa y ocuparte de las compras. Dale, cruzá, no seas hinchapelotas. No ahora. Y lo agarró del brazo y tiró de su muñeca.

La fuerza desmedida rompió la correa del reloj, un reloj relativamente caro, se banca el agua, todo. Jorge no es muy apegado a lo material, pero este reloj le había gustado desde hacía meses y le costó ahorrar, dejar de comprar sus revistas y CDs para darse el gusto. Una piecita gris se rompió y cayó a la calle gris, perdiéndose para siempre. El apretón hizo que Jorge instintivamente busque zafar, y el movimiento empeoró todo. El reloj cayó bien lejos. Rebotó una vez haciendo crac. Rebotó una segunda, desprendiéndose el vidrio.

¿Qué hacés? ¿Ves? Mirá lo que hiciste. Histérica. Inconsciente. ¿Tanto te importa este laburo? ¿Tanto para que te cagues en el resto del planeta? ¿Que no podés perder un minuto y hacer las cosas bien? Desubicada. Hace días que estás hecha una rompepelotas. Te acompañé a comprar ropa para esta entrevista. Te acompañé a comprar maquillaje para esta entrevista. Me maté tapando todas las cagadas que fuiste haciendo desde tu egoísmo total. Y ahora encima te estoy acompañando, ¿entendés? ¿No ves que quiero que te vaya bien? Boluda, yo quiero que entres a ese trabajito que te parece tan importante como para romperme el reloj, como para que te importe una mierda mi tiempo, mis cosas, mi esfuerzo. Sandra, mirame cuando te hablo. Vení acá, no me importa que llegues tarde ahora. ¿Que no te das cuenta? Es un laburo, Sandra. Ni siquiera, en realidad. Es una entrevista. Parece que no hubiera nada más. ¿Qué pasó con nuestros domingos de encierro feliz? Hace dos semanas que nada. ¿Y qué con la comida? Qué te creés, ¿que voy a seguir llenándome de pizza y empanadas? ¿Y todo por un trabajo? Sandra, mirá al cielo. Mirá, pelotuda. Mirá ese sol. ¿Te acordás de las vacaciones en Miramar? ¿Te acordás de cuando nos conocimos? La puta madre, la puta madre, yo tenía 17 años. 17 añitos, la puta madre. Y ahora mirame, con 24 y persiguiendo una mina que creí que me quería. Y miro al cielo y digo: 6 años. Pero no son nada, Sandri, nada. La gente vive 90, 100 hoy. ¿Sabés lo que es la medicina? Y vos te quejás por un día, por llegar tarde a una entrevista, como si fuera importante. Sandri, mirá la gente. Cada uno es un mundo. Cada uno, un universo. ¿Y a quién le importa tu entrevista del orto? Todos tienen su propia entrevista del orto. Un universo de miles de millones de kilómetros y vos acá, rompiéndome el reloj porque llegás tarde vestida con ese corpiño blanco porque el negro es de puta. Puta. Puta y ciega. Somos células, parte de algo mayor que ni siquiera es grande. Sandri, pará, volvé. Yo no quiero pelear. Sandri, vení, dame un abrazo. Sandri, dale, te amo.

Cambió el semáforo y el chofer del interno 43 de la línea 100 aceleró sin mirar adelante. Una señora se quejaba de que la máquina le había tragado la moneda y cuando el chofer escuchó “¡chofer, cuidado, los chicos!”, el chofer pensó que lo estaban insultando a él.

lunes, 5 de marzo de 2007

El Pusilánime

Estaban todos listos para que la reunión empezara formalmente. Había llegado Estercita, César, Magali, Alexis, Víctor, Don Luis y la moderadora, la gallega Lupe. Ya hacía años que asistían al grupo de autoayuda. Los unía la tragedia (según ellos) de tenerle miedo –pavor, pánico- a las mariposas. Tragedia, ya que es normal (incluso está bien visto) tenerle miedo a bichos desagradables y peligrosos, ya sean cucarachas, arañas e incluso polillas. ¿Pero, a las mariposas? ¿No debían ellas representar a la primavera, al amor, a la belleza?
Sin embargo, desde chicos, cada uno de los integrantes del grupo, sudaba frío al ver una mariposa acercarse. Incluso, temblaban ante una imagen en una revista. Fue muy comentado el caso de Magali, que vomitó en Madame Butterfly.
El caso es que por esas cosas que tiene la vida, se habían conectado y hacía años (más de 4) que se juntaban cada miércoles a las 8pm, en un anexo de la capilla del barrio. La gallega Lupe, psicóloga social, se había ofrecido como moderadora, ya que ella no le temía a las mariposas, sino a las “mariposhash”, por ser española; Lupe.
Las charlas de miércoles, los hacían sentirse mejor, no por superar la fobia, sino por saberse comprendidos por otras personas. Además, siempre pedían pizza al boliche de la plaza, y mandaban fainá de regalo. Encima, el último año, César había empezado a traer su guitarra, y se armaban unas reuniones regias. Para ese día, había prometido sacar Seminare.
Así que el clima, era más alegre que de costumbre. El verano llegaba a su fin, lo que traía consigo la muerte de los insectos alados. Para colmo, Víctor y Estercita venían chateando hacía una semana, y se habían animado a decirse muchas más cosas de las que creyeron capaces de decirse. Así que se miraban coquetos entre los hilos de muzzarella y dejaban escapar risas nerviosas. Don Luis se arregló los bigotes y dijo “Se ha forrrmado, una pareja”. Y César, con el “Sí” desafinadísimo, cantó “Nací para ti, y aquí me tienes”. Pero sólo llegó hasta esa estrofa. Tenía problemas con las cejillas aún. En todo esto y más estaba el fóbico grupo, cuando Alexis rompió en llantos. No podía seguir guardando su secreto, lo estaba matando, decía entre mocos. Todo ese tiempo con ellos, Alexis había sido un cobarde impostor. Por más que lo intentó y lo intentó, él nunca pudo temerle a las mariposas. Sólo lo impresionaban un poco. Apeniiitas.