lunes, 26 de febrero de 2007

12 Metros

33 años eran suficientes. ¿Cuánto tiempo más pensaban que alguien podría sobrevivir en un hoyo semejante? Marco nunca negó su culpabilidad. Había asesinado a su esposa a sangre fría, y por eso él iba a pagar. Pasaría encerrado lo que su señor Jesús había vivido encerrado en un cuerpo mortal. Luego, escaparía.
33 años de intachable conducta, le permitieron empezar el túnel, detrás de la biblioteca donde él trabajaba. Marco gozaba de ciertos beneficios, como una pequeña caja de herramientas con las que arreglaba los estantes de los libros más algún otro trabajo de carpintería..
El día que cumplió los 33 años de condena, empezó la tarea. Los estantes del fondo daban a una pared de ladrillos huecos. Así que solamente tuvo que sacar unos libros que nadie leía, desmontar unas tablas, y comenzar el lento proceso de picar los ladrillos con un par de destornilladores.
7 meses dedicó 3 horas diarias a picar, cavar y remover escombros con la paciencia y el cuidado que sólo Marco podía tener.
Cada centímetro que avanzaba, recordaba la mirada de sorpresa de su mujer, cuando se sintió apuñalada por él, su propio marido. Pero aún ahí la amó. Tal vez más que nunca. Pero ya era demasiado tarde, y Marco no era de arrepentirse de sus actos. Él le había dado todo, y ella lo había engañado. Se odió por seguir amándola todos esos 33 años.
Cada día que volvía de la biblioteca a su celda, lo hacía de la misma manera. Con un libro bajo el brazo y su caja de herramientas, que entregaba al guardia antes de la inspección de rutina. Una vez en su celda –que no compartía con nadie, otro beneficio- se ponía a ejercitar su cuerpo, usando unas mancuernas y los propios barrotes de su habitación. Así logró tener, a sus 63 años, un físico a prueba del tiempo.
Marco era, además, muy solitario. Sólo intercambiaba saludos de ocasión y hacía 4 años que su madre no lo visitaba, ya que estaba internada y senil. Por lo tanto, poco y pocos sabían de él. La mezcla de misterio y silencio lo habían transformado en una figura de respeto entre los guarias y demás internos.

7 meses de trabajo en el túnel lo habían depositado según sus cálculos, del otro lado del cierre perimetral. De ahí sólo tendría que esperar a la noche, para esconderse entre los bosques que rodeaban el penal.

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Los policías que lo hallaron a los 6 días, dijeron que era muy poco lo que le faltaba a Marco para llegar a la libertad. Unos pocos metros, dijeron. Nadie entendió porqué, estando tan cerca de la meta, Marco se había apuñalado a sí mismo con un destornillador. Los policías también dijeron que fue imposible cerrarle los párpados, en perenne mueca de asombro.

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