viernes, 9 de febrero de 2007

La sal

Faltaban 5 palitos para la balsa y no aparecian.
De ningun modo se iba a conformar con un bumeran q no vuelve.
Ademas no lo sabia.
Sabia la balsa y era lo mejor q podia hacer de esa tarde.

Todavia se escuchaban algunos ruidos.
Eran los numerosos primates q componian su espantosa familia.
Se acomodaban para recargar energias en la obscuridad y asaltar el final del dia como si no hubiera mañana. Estaban dispuestos a comerse las vacaciones y lamer el plato.
En trance.

Afortunadamente, el movimiento de la casa gradualmente decaia y el silencio inundaba el jardin.

Sus ojos, a la sombra del piluso, escaneaban el camino de arena q rodeaba el terreno.
Sostenia con asco 6 palitos en una mano (no podia dejar de pensar q alguien los habia chupado) y en la otra un piedra perfecta q nada tenia q ver con la balsa pero era irresistible al tacto.

Migas de caracol, chapitas, algunas piñas, ningun palito.

Todo lo q escuchaba eran insectos. El sol parecia mas cerca q nunca.
Se hacia imposible mirar las paredes blancas del frente sin entrecerrar los ojos.

Giro en la esquina tambaleando como un auto de rally y encontro otro palito.
Taba hirviendo. Reconto palitos y tiro la piedra perfecta. La fue a buscar.
Era perfecta. Decidio tirarla lo suficientemente lejos como para no poder arrepentirse.
Trato pero no tenia la fuerza necesaria, asi q volvio a buscarla y se la quedo.

El zumbido del sol se hacia mas intenso. Sintio un leve mareo.
Siguio caminando, arrastrando los pies. El calor adormecia.

Con los ojos practicamente cerrados vio algo q brillaba con intensidad.
Decidio agacharse pero se dejo caer de rodillas sobre la arena infernal.

Sus ojos sobresaturados no distinguian el objeto bajo su propia sombra.
Trato de agarrarlo torpemente. No podia. No veia.
Era finito como papel. Nada familiar.
Se dio vuelta para exponerlo al sol y lo primero q vio fue una gota obscura de sangre q caia sobre su dedo indice derecho. Solto todo.

Era un color de otra realidad.

Lamentablemente el llanto reflejo estaba en camino.
Sus ojos se llenaron de desesperacion y empezo a temblar.
Tomando el dedo con la otra mano como mostrandoselo a un adulto invisible, emprendio el camino hacia la casa.
Perdio una ojota y se tropezo. No cayo del todo.
Trato de volver a buscarla pero no la veia.
Exploto en llanto. Profundo y silencioso.
Sentia una lastima indescriptible.
Decidio dejarla y siguio.
Se miro las manos. La prolijidad de foto de banco habia desaparecido.
Era un desorden. Temblaba. Faltaba poco.
Su panorama visual se reducia al de un caballo con anteojeras.
Como si una sombra le entrara por las sienes.

Manoteo la puerta de la cocina. Estaba cerrada con llave.
Trato nuevamente. Ya no veia nada. No podia respirar.
No podia hacer mas. Insistia inútilmente entre baba y mocos.
Escucho el ruido de llaves abriendo la puerta desde otra dimension.
Se dejo caer a un lado de la puerta.

Faltaba hora y media para q el sol desaparezca.
La playa estaba vacia como casi siempre.
Ella, sus dos tias jugando a las cartas a lo lejos, su abuelo q se habia ido a caminar una barbaridad y Charles Atlas q pescaba escuchando el fulbor.
Se abrazaba sentada en la orilla esperando q las olas le enterraran los pies.
trataba de recordar: Una cama. Ventilador de techo. Mertiolate.“““jugo””” mocoreta. Adultos parloteando. Q era una yilet.

Vino la mama de las olas q la acariciaban hasta entonces.
Mezcla de susto y frustracion se miro la venda empapada.
Penso en la obscuridad y se le llenaron los ojos de lagrimas.
No habia vuelta atras.
Se tapo la cara para q Charles no se diera cuenta.

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