lunes, 5 de marzo de 2007

El Pusilánime

Estaban todos listos para que la reunión empezara formalmente. Había llegado Estercita, César, Magali, Alexis, Víctor, Don Luis y la moderadora, la gallega Lupe. Ya hacía años que asistían al grupo de autoayuda. Los unía la tragedia (según ellos) de tenerle miedo –pavor, pánico- a las mariposas. Tragedia, ya que es normal (incluso está bien visto) tenerle miedo a bichos desagradables y peligrosos, ya sean cucarachas, arañas e incluso polillas. ¿Pero, a las mariposas? ¿No debían ellas representar a la primavera, al amor, a la belleza?
Sin embargo, desde chicos, cada uno de los integrantes del grupo, sudaba frío al ver una mariposa acercarse. Incluso, temblaban ante una imagen en una revista. Fue muy comentado el caso de Magali, que vomitó en Madame Butterfly.
El caso es que por esas cosas que tiene la vida, se habían conectado y hacía años (más de 4) que se juntaban cada miércoles a las 8pm, en un anexo de la capilla del barrio. La gallega Lupe, psicóloga social, se había ofrecido como moderadora, ya que ella no le temía a las mariposas, sino a las “mariposhash”, por ser española; Lupe.
Las charlas de miércoles, los hacían sentirse mejor, no por superar la fobia, sino por saberse comprendidos por otras personas. Además, siempre pedían pizza al boliche de la plaza, y mandaban fainá de regalo. Encima, el último año, César había empezado a traer su guitarra, y se armaban unas reuniones regias. Para ese día, había prometido sacar Seminare.
Así que el clima, era más alegre que de costumbre. El verano llegaba a su fin, lo que traía consigo la muerte de los insectos alados. Para colmo, Víctor y Estercita venían chateando hacía una semana, y se habían animado a decirse muchas más cosas de las que creyeron capaces de decirse. Así que se miraban coquetos entre los hilos de muzzarella y dejaban escapar risas nerviosas. Don Luis se arregló los bigotes y dijo “Se ha forrrmado, una pareja”. Y César, con el “Sí” desafinadísimo, cantó “Nací para ti, y aquí me tienes”. Pero sólo llegó hasta esa estrofa. Tenía problemas con las cejillas aún. En todo esto y más estaba el fóbico grupo, cuando Alexis rompió en llantos. No podía seguir guardando su secreto, lo estaba matando, decía entre mocos. Todo ese tiempo con ellos, Alexis había sido un cobarde impostor. Por más que lo intentó y lo intentó, él nunca pudo temerle a las mariposas. Sólo lo impresionaban un poco. Apeniiitas.

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