Había una vez, en una aldea lejana lindante con las montañas del oeste, un personaje que mataba el tiempo escribiendo.
Para hacer la tarea mas sencilla –interesante, mentía él-, pedía títulos a amigos. Eso le hacía de ‘disparador creativo’, decía este apuesto personaje montañés.
Así, fueron sucediéndose diversos escritos. Algunos bastante menos logrados que otros, pero, ‘¿qué es el arte?’, solía conformarse con esa pregunta retórica.
Así fueron pasando los días, y el book literario de nuestro personaje, fue sumando hojas en formato ‘.doc’.
Logró historias interesantes gracias a títulos muy generadores, y también logró ‘zafar’ de títulos cuasi imposibles, con la gracia de un cisne chaikovskiano.
Se le empezaron a ir los humos a la cabeza, y llegó a pensar orgulloso: “tirame lo que sea que te lo hago cuento, papá”. Y así su ego subía de manera directamente proporcional a la palabras escritas. Soñó despierto que “uno nunca sabe, mirá si alguien groso se topa con este blog, y quien te dice, éh? Me la veo a Meryl Streep haciendo de la profe sanjuanina de Orificios. O más a nuestra escala, Pablo Echarri y Nancy Duplá de la pareja que va a alquilar un video en Amor y Constipación.” -deskaiwozdelimit-.
Pero todo gran sueño tiene su maldito despertar. Siempre existe la última raba en el plato. "lomenemon despensable".Soy sólo uno más.
lunes, 2 de abril de 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario